En 1988, The Economist publicó un artículo titulado, "Prepárense para
el Fénix", donde escribieron: “En treinta años a partir de ahora, los
estadounidenses, japoneses, europeos, y la gente en muchos otros países ricos o
relativamente pobres probablemente pagarán sus de transacciones con la misma
moneda. Los precios no se cotizan en dólares, yenes o marcos alemanes, pero lo
hacen en Fénix. La moneda será favorecida por las empresas y los compradores,
ya que será más conveniente que las monedas nacionales de hoy“.
El artículo afirmaba que, “La
caída del mercado (de 1987) enseñó a los gobiernos que la pretensión política
de cooperación puede ser peor que nada, y que mientras no sea posible la
verdadera cooperación (es decir, hasta que los gobiernos entreguen parte de su
soberanía económica) los nuevos intentos de atar las divisas fracasarán.”
Sorprendentemente el artículo afirma que, “Varias alteraciones en las tasas de
cambio, unos pocos accidentes más en el mercado de valores y, probablemente,
una caída o dos serán necesarias antes de que los políticos estén dispuestos a
hacer frente a esa elección". Esto apunta a una confusa secuencia de
emergencia seguida por medidas parche de emergencia, que se extenderían mucho
más allá del 2018. Con el paso del tiempo, los daños causados por la
inestabilidad monetaria la va a generar, y las mismas tendencias permitiríán
que se posicione la utopía de la unión monetaria como posible.
Además, el artículo se afirma que, “La zona fénix podría imponer serias
restricciones a los gobiernos nacionales. No existirían cosas tales como, por
ejemplo, una política monetaria nacional. El suministro de fénix sería fijado
por un nuevo banco central, probablemente derivado del FMI. La tasa de
inflación mundial y, por tanto, dentro de márgenes estrechos, cada tasa
de inflación nacional estaría a su cargo. Cada país podría utilizar impuestos y
gasto público para compensar las caídas temporales de la demanda, pero habría
que pedir prestado en lugar de imprimir dinero para financiar su déficit
presupuestario”. El autor admite que, "Esto significa una gran pérdida de
soberanía económica, pero las tendencias que hacen tan atractivo al fénix están
tomando distancia de la soberanía, en cualquier caso. Incluso en un mundo con
tasas de interés más o menos flotantes, los distintos gobiernos han visto cómo
su independencia política es escrutada por un mundo exterior hostil”.
El artículo concluye declarando que, “El fénix probablemente se gestará como
un cóctel de monedas nacionales, así como los Derechos Especiales de Giro lo
son hoy. Con el tiempo, sin embargo, su valor frente a las monedas nacionales
dejará de importar, ya que la gente lo escogerá para comodidad y estabilidad de
su poder adquisitivo”. La última frase sentencia: “Escribirán sobre el fénix
alrededor del 2018, y le darán la bienvenida cuando llegue”.
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